125 días. La escuela en las calles
Se dice pronto, pero fueron cuatro meses de vivir y recorrer las calles defendiendo el derecho a su trabajo, y como si fuera poca cosa, defender la educación y denunciar la privatización que desde la OCDE se ordena y que localmente promueve la todopoderosa oligarquía nacional.
Quienes critican superficialmente al movimiento magisterial
pasan por alto un hecho tan sencillo como sorprendente: que, como reconociera
el zapatismo, todavía hay quienes defienden sus derechos enfrentando a la
maquinaria violenta del Estado, incluyendo toda su fuerza física y mediática.
Y con crítica superficial nos referimos a esa que no viene
de una postura politizada, o sea, de los aplaudidores del gobierno, sea en
medios de comunicación, sea en la pequeña y sesgada burocracia local; sino de
ciudadan@s mal informados y víctimas de la propaganda estatal contra el
magisterio, que no fue cosa menor.
Pero hubo quienes tomaron nota de las lecciones que dieron
l@s maestr@s durante estos 125 días de lucha y agradecen secretamente esas clases
públicas y gratuitas. Algun@s tomando partido, otr@s con el eventual y discreto
acompañar, y algun@s más desde el anónimo apoyo que según las posibilidades que
se puede permitir quien, enganchad@ irremediablemente a la máquina, le arranca
al día y al sistema apenas lo necesario para sobrevivir.
Lecciones para no olvidar:
Nos mostraron que se puede vencer el Miedo a desobedecer. Al
inicio del plantón, muchas eran las formas de miedo que el Poder buscó sembrar
en maestras y maestros para desistir tempranamente a su lucha. No lo logró;
Nos enseñaron que es posible coincidir y confluir, desde
nuestras diferencias, en un movimiento justo y digno, ante el cual en
apariencia somos ajen@s;
Nos enseñaron que no somos ajen@s;
Nos mostraron que la ruindad y el cinismo de la clase
política y empresarial pueden llegar al extremo por defender sus mezquinos
intereses económicos;
Nos enseñaron, gracias a su resistencia, a los enemigos del
pueblo que se dejaron ver en toda su decrepitud y pusieron en evidencia sus
sucias estrategias, su falta de ética y la carencia de argumentos de una
ignorante clase empresarial con añoranzas de instrucción, así como de la
estúpida, corrupta y obediente al capital, clase política en el poder;
Nos mostraron con su porfiado empeño en defender su
movimiento, que la clase en el poder también se desespera y en su desesperación
se muestra en toda su vileza, y se muestran también sus aliados, oportunistas
enemigos del pueblo que aparentan cercanía con las causas populares;
Nos mostraron las contorsiones ridículas de una patética
clase empresarial ordenando y exigiendo la violencia, así como los argumentos
idiotas de quienes se muestran ecuánimes y respetables desde sus lujosas
oficinas y desde el autoengaño que se imponen en sus redes sociales;
Nos mostraron que ni la guerra más obscena, desde los medios
o a través de la violencia legal con los cuerpos de represión, puede doblegar
una lucha si se hace de forma organizada y antepone la Dignidad como arma y
como defensa;
Nos enseñaron que ante el quietismo que el Poder impone a
través del miedo, la resignación, la dominación ideológica y la represión
violenta; la movilización pacífica y consecuente puede construir una
resistencia social ética y congruente;
Nos mostraron esa obstinada lucha de los de arriba por
invisibilizarnos, a nosotr@s como individuos y como el colectivo que podemos
ser, y que fuimos junto con ustedes;
Nos recordaron que nosotr@s -la ciudadanía y aún quienes
hemos sido desterrad@s con ese concepto excluyente- somos capaces de la
solidaridad y la empatía al salir a las calles y defender lo que defiende el
maestro y la maestra, sin ser maestro o maestra;
Nos recordaron que podemos despertar del letargo social en
que nos mantiene el Estado y que podemos ser dign@s y rebeldes contra los que
allá arriba nos quieren fuera, como no sea para servirles, de rodillas y en
silencio;
Nos recordaron que la escuela, ese edificio construido frío
por el Poder, puede ser un espacio de convivencia con la comunidad y para la
construcción de otro futuro y otro presente; y que, finalmente, esos edificios
son sólo un pretexto para nombrar algo que puede estar en las calles o en
cualquier lugar que decidamos en colectivo y que no necesitamos de los espacios
del gobierno ni su permiso para poder dar y recibir clases, para aprender uno
de la otra, una del otro;
Nos recordaron que junt@s como pueblo, tenemos fuerza y que
el Poder también se espanta;
Pero lo más importante, nos recordaron que es posible decir
NO a un sistema que en todo momento, sin descanso, nos obliga a agachar la
cabeza y aceptar, resignad@s, lo que el Poder ordena.
Y desde ese NO aprender las lecciones, y juntarnos, y echar
trato y construir y no olvidar…
Gracias maestras,
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