La "reforma educativa" fue aprobada en 5 minutos
fuera del recinto correspondiente (en un salón privado de una firma bancaria),
porque la orden del mandón era esa: agilizar la privatización del sistema
educativo y que el capital tuviera un poco de aire fresco en la gran crisis que
padece. Los capataces, obedientes y sumisos con el de más arriba, hicieron lo
que correspondía: legalizar el robo.
Hubo antes de esa legalización del robo, una intensa campaña
de propaganda contra el magisterio. Se actuó desde diferentes frentes y en
distintos niveles, ya sea de forma artera como el mamarracho llamado "de
panzazo", o mediante mensajes simulados en anuncios comerciales donde se
denostaba al y a la docente, llegando a la cúspide con la diferenciación (en
cadena nacional) entre "los maestros buenos del SNTE" y “los maestros
malos de la CNTE". Algo que el magisterio nos enseñó (entre muchas otras
lecciones), en este movimiento contra la "reforma educativa", es que
basta enfrentarlo un poco con la dignidad por delante para que el Estado
muestre su verdadero rostro fascista. Y su estupidez.
Durante esa guerra del Estado contra el magisterio, una de
sus últimas banderas fue ese chantaje lastimero pro defensa de los derechos de
la niñez mexicana y chiapaneca. Aduciendo una profunda preocupación por los
derechos de las niñas y los niños, el sector empresarial y la clase política
nacional y estatal, se lanzaron en una enfermiza campaña llamando a una cruzada
violenta contra los "intransigentes" maestr@s. Todo en nombre del
sagrado "derecho" de las niñas y de los niños.
Sin embargo, para el estado de Chiapas hay una "Ley de
los derechos de niñas, niños y adolescentes" que duerme sin pena ni gloria
desde hace más de un año.
¿Qué pasó ahí?
¿Dónde queda el discurso de los derechos de l@s niñ@s?
¿Dónde queda la preocupación y la angustia que desvelaba a
políticos y empresarios porque se estaba "violentando" los derechos
de la niñez?
¿O acaso era sólo un chantaje, un arma más en la guerra
contra el magisterio?
No lo entendemos.
Apenas la víspera, el sector empresarial y la clase política
se desgañitaban criticando al magisterio. Exigían, delirantes, la represión
violenta hacías l@s maestr@s y así terminar con el paro laboral.
Gritaban, y sus lamentos quejumbrosos inundaban las redes
sociales y medios de comunicación afines al poder, que no era posible anteponer
"los intereses de unos cuantos", al glorificado derecho de l@s niños
a la educación. Nadie -decían- debe estar por delante de los derechos de
"nuestra" niñez. Y con ese chantaje, algo más que teatral, demandaban
el uso de la fuerza pública para obligar al magisterio a que regresaran a las
aulas para atender ese preciado derecho de la niñez mexicana y chiapaneca, que
es la educación.
Y bien, entonces:
Si la clase político-empresarial se trasnochaba angustiada
por la preocupación que invadía en sus vidas la nula importancia que "los
delincuentes, los vándalos maestros paristas" daban a los derechos de l@s niños,
atendiendo sólo a la salvaguarda de "sus privilegios"; Si la
bondadosa y filantrópica clase empresarial (del tipo Claudio X. González), y la
honorable clase política se desvivían y se desviven por la ciudadanía y en
especial por la niñez:
¿Dónde queda ese discurso de los
derechos de l@s niñ@s si habiendo una Ley a propósito de la infancia, ésta
permanece guardada con más pena que gloria?
Una cartulina, cuya imagen circula en redes a propósito de
la marcha por la presentación con vida de nuestros 43 compañeros de Ayotiznapa,
resulta bastante ilustrativa al respecto de esa actitud hipócrita del Estado.
En las últimas semanas, el sector más retrógrado de la
derecha organizó la llamada "marcha por la familia". Un movimiento
digno del medioevo, donde la intolerancia se vistió de blanco (como el Ku Klux
Klan), y asaltó las calles de las principales ciudades de México, para gritar a
los cuatro vientos su guerra en defensa de la familia, o sea de la
"familia modelo". En la promoción a dicho evento cuidaron de no hacer
manifiesta su homofobia. Eso lo harían apenas pusieran un pie en las calles.
Con argumentos y juicios dignos de la "Santa Inquisición",
y con una arrogancia tan parecida a la estupidez, miles se lanzaron a las
calles en una marcha de odio hacia la diferencia reivindicando el "derecho
divino" a una "familia modelo" (aunque olvidando cómo es, de
dónde viene, cuál es la raíz, de dicha familia "modelo").
Pues bien, esos miles (porque fueron miles) que colmaron las
calles en su cruzada por la familia...
¿Abarrotan las calles cada manifestación de las madres,
padres y compañer@s de los 43 normalistas desaparecidos por el Estado?
¿O ellos no son una familia modelo?
¿Buscar con empeño, contra el Estado y contra todo, a sus
hijos desaparecidos por la estupidez y violencia del sistema no es digno de
admiración, respeto y ejemplo?
¿No?
Entonces, ¿Qué modelo de familia es, pues, por el que
"luchan"?
Lo mismo para los empresarios y políticos:
¿Qué derechos de la niñez sí valen y cuáles no?
O ¿cuándo sí valen los derechos y cuándo no?
Hay una frase de Bertolt Brecht que dice "Cuando la
hipocresía comienza a ser de muy mala calidad, es hora de empezar a decir la
verdad"...
Comunicado sobre la "Ley de los derechos de niñas,
niños y adolescentes en Chiapas" en: pozol.org
Foto: Balumil y de redes
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